Estas notas salidas del Alma son
un homenaje sencillo para el Maestro, para el Gigante de la narrativa, de las
crónicas, de sus documentales y demás expresiones periodísticas, para el
inmortal: Ernesto Mc Causland Sojo.
EL DIA QUE CONOCI A ERNESTO
Desde hace rato tenía un gran
interés por conocer a Ernesto y por fin había llegado el día de nuestra
presentación; meses atrás un amigo en común me consiguió la cita, ya que
laboraban en el mismo periódico y en la misma sección.
Admirador de sus crónicas, las cuales
devoraba apresuradamente, miraba el reloj de la oficina y me di cuenta que habían transcurrido diez
minutos más a lo acordado, por mi frente corría una gota de sudor ( tan fría
como la de Moralito), la ansiedad administraba mi cuerpo y comencé a caminar en
círculos en la pequeña oficina, el amigo en común me reprendió: ------ Cálmate
Víctor, siéntate y esperemos un rato, simultáneamente sonó el Celular de mi
amigo y al otro lado de la línea una conocida voz le decía: ----- Ya les caigo, estoy cerca y saliendo
de un trancón.
Cuando apareció por la puerta vi
a una larga figura, tan alta como su personalidad, con unos lentes
transparentes como las aguas del rio Córdoba, que le daban la apariencia de
Catedrático Universitario, que inclinándose un poco, para no tropezar con el
Marco de la Puerta, me extendió su largo brazo con enormes dedos de
basquetbolista gringo y dirigiéndose a nuestro amigo en común le dijo: -------
Este es el “Culo Sungo” del que me hablaste; mi amigo asintió con la cabeza y
le indicó que se sentara.
Cuando me levanté para contestar
el saludo de Ernesto pude notar la diferencia de altura, porque además de que
él era muy alto, mi estatura no supera el Metro con 68 centímetros, lo que
hacía más marcada la desproporción longitudinal corporal, ¡era un gigante de
estatura y de corazón! ----- Mucho gusto Ernesto, soy un admirador de tus
diferentes facetas periodísticas y deseaba conocerte para compartir contigo
algunas crónicas y ensayos míos, mi nombre es Víctor Hugo Vidal, y él con una sonrisa
grata de Patriarca Hebreo, me contestó: ------- Mucho gusto, ¡por lo menos
tienes nombre de escritor y de los clásicos!
Eso sumado al gentilicio popular
de los nacidos en Aldea Grande, expresado por Ernesto en su saludo inusual, hizo
que el hielo se rompiera y que una fuerte corriente de agua subterránea brotara
por mi imaginación y se expulsara clara y raudamente por mi cavidad oral en
metafórica fluidez verbal de locutor en estreno…
Jamás imaginé que una persona tan
importante en el medio y con tanto asedio del público, fuera tan sencilla, con
una voz diáfana y transparente como sus relatos, crónicas y leyendas, porque se
notaba su respeto y amor por lo que hacía; inmediatamente comenzó a destaparse el docente
que vivía en él y simultáneamente que leía algunos de mis escritos, comenzaba a
corregirme y sugerirme estrategias, lo que a mí me llenó de satisfacción,
viniendo de semejante talento…
Una vez repasados todos mis
apuntes, concluyó: ----- Te felicito, tienes madera, solo te falta tornearla
para que los muebles de tus escritos comiencen a adornar las salas de la gran
audiencia llamada público, quien finalmente es tu juez y mediador.
Aun me parece verlo con su
tranquilidad para afrontar las cosas y con esa calma con que expresaba sus
ideas, pero con la precisión y puntualidad de un Maestro en retórica y
morfología gramatical, lo que hacía mas interesante su exposición verbal.
Pasaron algunos meses y un día lo
agregué en Facebook, obteniendo un canal común por el que compartíamos muchos
enlaces, documentos, ensayos y demás figuras periodísticas.
No pasó mucho tiempo cuando
Ernesto se fue con sus crónicas al otro lado del charco, rápido sin más
equipaje que su elocuente vida, con un boleto sin retorno hacia un destino que nosotros
los sobrevivientes llamamos universo paralelo metafísico espiritual, para
formar parte del elenco celestial, de donde vino y al cual volvió, porque
talentos como él no se les permite mucho tiempo entre mortales, solo un espacio
del mismo, justo, perfecto y éste había
terminado de medirse en horas, minutos y segundos, para pasar a ser un espacio
de tiempo acaecido en un cuerpo físico prestado y abandonado para liberar al
Alma, quien emprende el volátil aletear de las mariposas místicas hacia el edén
florecido y energético del más allá.
Por eso cada musa inspiradora,
cada consejo que me dio se lo agradezco con el Alma, aunque en materia de
agradecidos, ninguno mejor que “Los Gallinazos de Pedro Pérez”, una de las
tantas crónicas costumbristas de Ernesto y contadas por “El Mago Borletti”, de
quien Ernesto un día expresó, ----
“Tienen más magias sus palabras que los trucos de sus Naipes Mágicos”.
Por eso en el amanecer de esa
mañana triste de un 21 de noviembre de 2012,
cuando se difundió la noticia de la partida de Ernesto, volví a recordar ese
momento de un día no muy lejano (hacían escasos 2 años) cuando lo conocí y
todavía grabo la imagen de su gran figura de intelectual igualmente grande,
pero con un corazón de niño, que se alegra cuando descubre que alguien juega
sus mismos juegos, en este caso el juego de la redacción, de la crónica, de la
escritura adornada y pincelada con la influencia mágica de todos los que
tuvimos el honor de nacer en el meridiano literario de Macondo…
Gracias Ernesto por ese momento que compartiste conmigo en la
postrimería de tu espacio terrenal, que quedó grabado en mi mente y me ha
impulsado a jugar a ser poeta y escritor en prosa, aunque la rima no sea
métrica y la prosa se conjugue como un verso.
Adiós Ernesto Mc Causland Sojo, seres como tú no mueren, viven
eternamente en nuestras ideas, sobre todo en aquellas que transcribimos en un
papel y le damos vida en abundancia.
VICTOR HUGO VIDAL
BARRIOS